Vivo entre planetas,
entre cometas que se estrellan y mueren,
en un mundo que aspira a morir joven,
en una ciudad cuyos habitantes no la habitan,
que solo la pisan.
Vivo, gracias al aire, a la capa de ozono,
a la luz que me despierta cada mañana,
y que cada noche nos sumerge en el misterio.
Vivo ahora y aquí.
Vivo con ellos, rodeada de los otros,
que aspiran a ser algo más que parásitos del mundo.
Vivimos por algo nuevo.
Y vivimos gracias a algo viejo.
Somos fruto del delirio, de la misma vida,
de una risa, una copa o no tan simples sinapsis.
Fruto de la esperanza de dejar una huella,
y, sin cambiar de objetivo, intentamos dejar la nuestra.
Buscamos que se nos recuerde,
o buscamos vivir de algún modo para siempre.
Vivimos en una paradoja de vida,
en la que nuestros deseos no se cumplen
hasta un momento antes de nuestro último destino,
hasta un momento antes de cumplirse
el menos anhelado de nuestros deseos.
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